Rusia presenta un proyecto de ley que exime a los agresores y dificulta la posibilidad de presentar cargos a las víctimas
La terrible sombra de la misoginia planea con más fuerza des del pasado
viernes. Rusia, uno de los países de Europa con los índices más elevados de mortalidad
por violencia de género, está un paso más cerca de la aprobación de un proyecto
de ley que, lejos de proteger a las víctimas, disminuye los cargos de los agresores.
Esta modificación del actual código penal, presentada por el partido
ultraconservador, permitiría cometer actos de violencia doméstica una vez al
año, mientras no produzcan lesiones de gravedad y sean certificados a través de
informes médicos, e incluso se podrían llegar a pagar multas dependiendo de la gravedad
de la situación.
La propuesta, lejos de quedar en una idea
retrograda presentada por un partido con ideas más propias del pleistoceno que
del siglo XXI, ha sido aceptada por la Duma con una gran mayoría de sí y resta sólo
a la espera de que el presidente Putin decida oficialmente su aprobación o revoco.
De este modo, el gobierno podría pasar a ser cómplice
de la agresión a miles de mujeres y niños, por allanar el terreno del maltrato
permitiendo que el hombre tenga el derecho de hacer uso de la violencia en contra
de su familia. Por tanto, cada golpe que ellos van a recibir estará siendo abalado
por la justicia de su país.
Además, se estaría imponiendo un sistema judicial en
el que la violencia de género se mediría no por la lacra social que representa,
sino por medio de la gravedad de las heridas físicas causadas, siendo valorado
de forma cuantitativa y no cualitativa. Pero más allá de lo físico están las
heridas morales que se encuentran en estas propuestas misóginas y paternalistas
que van en contra de cada centímetro de nuestro ser, de cada batalla que hemos
ganado y de cada ápice de nuestro espíritu.
Ante esta situación no queda más remedio que
luchar. Luchar para que los gobiernos de todo el mundo implanten medidas que
favorezcan la desaparición de esta lacra social y luchar también para concienciar
de que el modelo de sociedad patriarcal, con la autoridad de la figura paterna
en el centro, no es un modelo a tener en cuenta nunca más. En pleno siglo XXI la
misoginia debe desaparecer y establecer un modelo de igualdad entre todos los
seres humanos, independientemente de su sexo, debe ser nuestro máximo objetivo.
Nos queremos vivas. Pero
no sólo eso, nos queremos con plenos derechos de igualdad.
Anna Bonastre Cobo
No hay comentarios:
Publicar un comentario