¿Quién dijo que los cardados se inventaron en los ochenta? ¿Que fue Alaska quien ideó los peinados imposibles? Pues no, fue María Antonieta, o si nos ponemos tiquismiquis, su peluquero Léonard en plena época del rococó francés.
Siendo la primera fashion victim de la historia y la reina por excelencia en cuanto a la creación de tendencias, María Antonieta impuso por ley sus ideales de belleza a toda la corte francesa. Evidentemente, no estamos hablando de prendas sencillas y cómodas (¡estamos en el siglo XVIII!), sino de vestidos pesados, complicados y, sobretodo, incómodos. Teniendo la mujer un deber de belleza femenina, el maquillaje y la peluquería estaban a la orden del día.
En este contexto de extravagancia, la Reina Delphina y su peluquero idearon un peinado para atraer las miradas de todos y, a la vez, demostrar el poder adquisitivo de la corte y la monarquía absolutista de Luis XVI. Se trata de los poufs: peinados y pelucas monumentales - ¡de hasta cien centímetros de altura!- de colores y con extravagantes decoraciones, como podían ser réplicas de barcos o hasta animales disecados.
Siguiendo a rajatabla la frase de que “para estar bien hay que sufrir”, los poufs, con sus medidas y peso, restringían los movimientos de los que los llevaban. Los peinados eran tan altos que las damas no podían sentarse en sus carrozas, tenían que ir de rodillas, y en los palcos de los teatros se tuvieron que subir los techos.
Como la moda es un boomerang en el que todo vuelve, en los ochenta los nuevos poufs se construían a base de cardado y laca. ¡E iban de modernas pensando que habían inventado un nuevo peinado!
Adriana Blanco y Martí Ventura
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