Si bien enero es el mes de los buenos propósitos,
para el gobierno catalán, el propósito de año nuevo sigue siendo el mismo de
hace unos años: Conseguir que Cataluña sea un estado independiente.
Pero la pregunta es, ¿Qué pasará con el textil catalán
y español, si finalmente esto ocurre?
Pues la respuesta siempre va a depender
de la manera en que Catalunya consiga la independencia. Por un lado la puede
obtener mediante vías legales a través de un proceso soberanista, y por
intereses económicos y sociales España y Europa la reconocen como un nuevo
estado. Por el otro lado, podría ser que España acepte Cataluña como un nuevo
estado, pero que no lo haga Europa. Y en un tercer supuesto, podría pasar que
la independencia se diera como un golpe de mesa, rompiendo todos los lazos con
España y también con Europa. He aquí el primer bache para Cataluña, ya que si no
está reconocida como país de la Unión Europea, no tiene por qué tener el mismo
trato comercial y se le podría imponer un coste adicional para importar o
exportar primeras materias.
Otro de los problemas que se plantean derivados de
esta posible independencia sobre el sector textil, es el boicot a los productos
catalanes. Las empresas catalanas tienen como primer cliente, y del que depende
sus exportaciones, el mercado español. Por tanto si hubiese un boicot se perderían
un 60% de las ventas catalanas. Aunque por contrapunto también hay que entender,
que hoy en día las empresas están muy internacionalizadas, la sede puede estar
en Cataluña, pero las fábricas en España, y puede que las materias primas provengan de
África. Por lo tanto es muy difícil hacer boicot a un solo estado.
Aunque la independencia no solo conllevaría aspectos
negativos para Cataluña. Se considera que un 9 o 10% del PIB catalán es déficit
fiscal. Con la independencia, este déficit desaparecería y seria la ganancia de
renta limpia que se obtendría del hecho de no tenerlo. Solo un boicot muy
fuerte y generalizado podría contrarrestar ésta parte positiva.
Lo que no se puede discutir es que para conseguir la
independencia, la industria catalana debería estar realmente reforzada para
soportar los desequilibrios que el proceso conllevaría. Quizá el gobierno debería
plantearse que tejido empresarial está cultivando, ya que según datos de
Idescat, Cataluña sufre un paro crónico que no baja del 8%. Además ha soportado
la crisis monetaria de 2008 y la posterior recesión de la que aún somos
conscientes.
Por lo tanto, es crucial la decisión de las grandes
empresas instaladas en Cataluña de quedarse en el país aunque este se
independizara para ayudar al maltrecho tejido. Inditex – que registró un
beneficio neto de 2.975 millones de euros en 2015- , Mango o Desigual están muy
internacionalizadas, y podrían ayudar al sector a abrirse a otros mercados
internacionales fuera de la Unión Europea y de España y así poder comercializar
reforzando el carácter exportador del textil catalán.
El otro tema es ver si una vez independizada y con
el mando del control monetario en sus manos, Cataluña destinaria ese dinero a
la mejora de la industria textil o a otros asuntos que les convinieran más a
sus dirigentes.
Laia Levis
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