Hace unos días llegué de un viaje totalmente diferente, con
el alma renovada y viendo las cosas desde otras perspectivas. Entré en mi
habitación, puse los brazos en jarra y miré a mi alrededor en modo rayo láser
observando no solo el armario sino también en las estanterías, miras y miras y
te das cuenta que la mitad de las cosas te sobran. Es entonces cuando decidí
hacer una limpieza de vestidor, intentado quitarme de encima peso que todos,
sin querer, vamos acumulando cuando quieres más y más cosas.
Una amiga me dijo
una vez que para saber si te quieres deshacer de algo realmente, lo tienes que
coger entre tus manos y preguntarte: ¿esto realmente me hace feliz? Y es
entonces cuando te das cuenta que la mitad de las cosas ni nos van, ni nos
vienen.
Hay muchas prendas en el armario que te das cuenta que te
gustan mucho pero que hace más de un año que no has pensado en ponértelas ni
sientes un cariño especial por ellas. En mi opinión todo el mundo debería echar
un vistazo a todo aquello que va acumulando y que llena todas las esquinas del
armario, en serio, después de hacer toda esa limpieza sientes una liberación
increíble. Y es que, como dijo Miguel de
Unamuno: “El progreso consiste en renovarse”, y mientras ordenas seguramente
encuentres cosas que te trasladan a otra época, a otros momentos, ya sean
buenos o malos, ¿quién no recuerda lo que llevaba puesto en un acontecimiento
importante? Cada prenda tiene algo que contar, que transmitir al mundo, es una
forma de marcar nuestra personalidad, de mostrar al mundo como somos, sino hablaríamos
sólo de ropa y la ropa únicamente son trapos que pueden estar de moda o no.
Descubres que aquella camiseta que tenías en el olvido
combinaría bien con esos pantalones boyfriend
y sacas un nuevo conjunto que antes nunca hubieras imaginado ponértelo, por
tu estado de ánimo, por lo que has explorado en estos últimos meses o por haber
salido de tu zona de confort, te atreves con ello. O quizás guardes esas cuñas
de Zara de hasta 12 centímetros para decantarte por las bambas granates. Se
agradecen días así, de poner en orden tu vida, de tener en cuenta lo que se
necesita verdaderamente y no acumular cosas para que únicamente invadan tu
espacio.
No es necesario tirarlas, simplemente guardarlas en cajas
para que en algún momento de nuestra vida cuando pase el tiempo, volver a abrirlas
y sentir las experiencias que viviste. Tu armario es un buen comienzo para despejar
tu mente y crear el principio de una nueva temporada.
Recuerda que lo desconocido no es más que el comienzo de una
nueva aventura.
Belén Gutiérrez
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