Comenzando el siglo y mandando a recoger la
ropa íntima aparatosa como el corsé, (touchdown para el diseñador francés Paul Poiret), aparece un nuevo elemento de la
moda, el Delphos, un acierto para
revelar las curvas femeninas, que por supuesto, tuvo como escenario inicial la
casa.
El Delphos fue una prenda concebida por el español
Mariano Fortuny, que después de recorrer Grecia y encapricharse con lo estiludo
de las beldades helenas, en un juego de geometría, arquitectura y ropas, creó
está pieza que originalmente fue utilizada en la casa; el
vestido vendía una sensación de comodidad, como andar en pijama.
Sin
embargo, estaba cargado con grandes detalles y trabajo dedicado: pliegues perfectos, un lujo de
saber-hacer que solo pudo darse él, y pequeñas cuentas de cristal de murano
(tradicional de Venecia) adornaban y ayudaban a la estructura del vestido,
dándole peso, que aportaba elegancia. La
suma de todos estos elementos era too
much para lucirlo en las
cuatro paredes de casa.
De
buenas que, en algún punto, alguna osada, lo sacó a la
calle, a una fiesta o reunión y empezó a ser un fenómeno en ventas y en diseño,
el vestido se convirtió en el top de los
acontecimientos sociales más relevantes. De esta forma, fue el must have de la época, cada dama le daba
su toque con accesorios extravagantes, joyas ostentosas y los nuevos peinados cortos,
dando un nuevo aire, de forma literal y física, al look de principios de siglo.
Por Rocío Vargas / María Cantini
Por Rocío Vargas / María Cantini
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