Marcar paquete, ese gesto tan típico que hemos visto en
cientos de películas, en cada esquina de la calle, en cada bar de barrio, y de
hotel de quinta avenida, en cada semáforo… Marcar paquete, esa pequeña obsesión
de todo gran macho que se precie. Pero, ¿es esta forma de mostrar virilidad
actual, o en su defecto, viene de antaño?
El pistoletazo de salida de la bragueta se dio en el
comienzo del quattrocento, en el
siglo XV, cuando la jaqueta (chaqueta de antes) se acorta, el género masculino
apuesta en ese momento por lucir piernas y muslo, por lo que había que guardar
a buen recaudo las partes pudendas, el susodicho paquete. Aquello llevó a la
aparición de la bragueta, que consistía en un triángulo de tela cosido en el
pantalón.
Más tarde, ya en el cinquecento
(siglo XVI), aparecen las calzas, una prenda semejante al calzón, aunque más
estrecho, pegado a los muslos (lo que ahora serían unos buenos pitillos, para
marcar mejor), lo que desembocó en una bragueta in crescendo, los hombres comenzaron a rellenarla de manera
prominente y desmesurada y fue incluso utilizada como bolsillo. El símbolo del
macho viril se alza con “el tamaño sí importa”.
La tendencia fue desapareciendo paulatinamente tras el
reinado de Felipe II, aunque por lo visto la inquietud y la preocupación por
marcar dicha zona sobrevivió a los seiscientos años que nos separan de esta
moda, por lo que en la actualidad, ¿es el paquete una condición o una obsesión?
Patricia Medina e Isabel Blokker
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