La salida de Carine Roitfeld de Vogue Paris y el nombramiento de Emmanuelle Alt, su alumna mas aventajada, como nueva directora de la cabecera francesa, me ha despertado curiosidad y perplejidad a partes iguales. Polémicas a un lado, llama poderosamente la atención el cruce de intereses y favoritismos presentes en este caso. Es cierto que, en algunos momentos, el mal periodismo es clientelismo y subjetividad, pero en esas ocasiones, los tratos de favor tratan de ocultarse y que no trasciendan a la esfera pública. ¿Por qué no en este caso?
Me explicare mejor. Resulta que Carine, que después de casi diez años como directora de Vogue Paris ha revelado que tiene "alma de freelance", le daba aires a esa necesidad de trabajar por su cuenta siendo asesora de algunas marcas de ropa -relación negada convenientemente por la protagonista en los últimos tiempos-. Esta "relación" le causo más de un quebradero de cabeza a Vogue Paris cuando un enfadadísimo Nicolas Ghesquière le negó la invitación a Roitfeld y su equipo para su desfile de otoño / invierno 2010. Al parecer, la cabeza visible de Balenciaga se sentía algo molesto porque la marca Max Mara había sacado un abrigo con un sospechoso parecido a uno de los suyos. El abrigo, al que llamaremos “el abrigo clonado”, pertenecía a una colección a la que había accedido un círculo muy reducido de personas, entre ellos, una Carine que, al parecer, tenia tratos con Max Mara. Para Ghesquière fue algo como "blanco y en botella".
Sea como sea, Carine es historia en Vogue Paris. El problema es que no se sabe si los responsables de Conde Nast Francia quieren volver a tropezar en la misma piedra: la nueva directora es consultora -reconocida en este caso- de marcas como Balmain, Isabel Marant -a la que ha mimetizado, literalmente, con la anterior- o Gucci. ¿Renunciará Alt al sobresueldo que le ingresan estas marcas o apostará por ellas en la revista?
En definitiva... ¿objetividad o cruce de intereses?
Eva Navarro
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