El viernes por la noche Papa Noel dejó debajo de mi árbol un obsequio. Como todo gran regalo que se precie, el envoltorio era pequeño y nada hacia presagiar el valor que tenía, simplemente al cogerlo, algo en tu interior te dice que te va a gustar. Y así fue.
Al rasgar el papel de regalo encontré una pequeña joya de cine: How to Steal a million. Una película de 1966 dirigida por William Wyler y protagonizada por una de mis actrices clásicas favoritas, Audrey Hepburn.
La caratula del DVD es en sí un regalo. Se trata de un dibujo de los dos protagonistas, tal y como se presentó en los cines de los 60 en Barcelona, donde la protagonista luce un conjunto de falda y camisa lencera.
Al apretar el botón de reproducir la pantalla se llenó con imágenes de Peter O’Toole y la bella Hepburn. Me deleité con los trajes sastre color beige, el vestido negro y la simplicidad y elegancia de las combinaciones de gabardina y sombrero.
Incluso hay la firma de Givenchy en el camisón de noche que la protagonista combina con unas simpáticas botas de agua negras. Y en ese momento te das cuenta que, aunque haya tendencias y gustos, algunos creadores saben interpretar a la mujer para que sus creaciones perduren. Givenchy, alumno de Balenciaga, fue el diseñador fetiche de la actriz belga.
La actriz lució su estilo por la pantalla pero también fuera de ella. Recurría a él para los eventos más importantes pero también para cumplir con su papel de madre. Pantalones capri, faldas de tubo,… Givenchy rodeó su delgado cuerpo y lo dotó de espectacularidad, más bella incluso que las sugerentes curvas de Marilyn Monroe.
Todo el vestuario de la película está diseñado por Givenchy, excepto el momento en que ella se viste de limpiadora. Instante en el que Peter O’Toole arroja su frase: "Hoy le daremos la noche libre a Givenchy".
Todo el vestuario de la película está diseñado por Givenchy, excepto el momento en que ella se viste de limpiadora. Instante en el que Peter O’Toole arroja su frase: "Hoy le daremos la noche libre a Givenchy".
Y así, rodeada de esos personajes humorísticos pasé la tarde de Navidad. Envuelta de la belleza de Givenchy y del marcado acento de la actriz me enamoré de los ojos azules de O’Toole y la indumentaria de la protagonista. Ahora lo único que deseo es tener la oportunidad de ponerme el camisón y las botas de agua.
Raquel Sans
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