24 nov 2014

“Nada que ver con todo lo demás”



De tribu urbana a urbe comercial. Ya no son unos pocos grupos reducidos los que marcan la innovación, sino una tendencia comercial masificada. Los 80 vuelven con restos de lo que fue una gran época de revolución, libertad y estilo. Pero la forma de vivir esta moda ha cambiado. Ahora, cualquier tendencia está al alcance de nuestras manos. Si antes la gente iba a comprar la ropa y los discos a Londres, ahora recorremos el centro y consumimos en Fnac y Zara. Nos encanta lo vintage y cualquier estilo que nos haga parecer a Madonna con un sombrero negro y unos botines con tachuelas. Pero, ¿sabemos realmente de dónde y de quién lo hemos heredado? Ahora la fórmula es Cmd+C - Cmd+V y una fusión de todas las tribus urbanas. Lo mismo leggings (o lásters) de los New Wave, que chorreras de los New Romantic o corbatas y skinny jeans (o pitillos) de los Mods ahora forman parte de una misma moda.

Se ha pasado de la exclusividad de esas tendencias que triunfaban en la noche y por influencias musicales al streetwear de nuestro día a día, sin formar parte de la subcultura que se comporta, viste y actúa siguiendo esas modas. Y es que en las noches ochenteras todo se magnificaba: crepados, hombreras y maquillajes se exageraban. El referente lo encontramos en Studio 54 Barcelona y el DJ Raúl Orellana, testigo estelar de la noche de los 80.  

Studio 54 Barcelona en los 80
Orellana me define LA discoteca como una especie de cubo de Rubik, una amalgama de tribus urbanas. “Cada grupo tenía su espacio, en ese altavoz estaban los Mods y, en el otro, los New Romantic”, me cuenta. “Cada uno era diferente y tenía un estilo propio. En los 80 tenemos que tener presente que salimos de otra época muy distinta de música; el soul y el funk dejan paso a los grupos blancos con estéticas como los New Romantic. El resultado es un cambio en la moda”. Me lo repite varias veces: Studio 54 Barcelona es imposible de definir. Como rezaba su eslogan, Nada que ver con todo lo demás. “Es innovadora, se sale de lo visto hasta el momento, que son las salas como 666 donde se escuchaban grupos como Alaska o The Cure y el ambiente era más “oscuro”; en Studio 54 la gente y la mentalidad eran más abiertas”. Nadie mejor que él para describirnos desde primera línea el ambiente y el estilo discotequero de las noches ochenteras en Barcelona.

Le pregunto por el código de selección de Studio 54 Barcelona y el perfil de clientela de la discoteca. “En los 80 se salía de otra forma”, me explica. “Te vestías, te disfrazabas, ibas a la aventura. Y contra más estrafalario, mejor, triunfabas más. Para hacernos una idea, la estética era a lo Locomía: hombreras y chorreras. Los primeros años en los que estuve pinchando se miraba mucho la estética. Podía haber chicos con americana en la cola esperando toda la noche y luego pasar un travesti y abrirle el cordón. Primaba lo extravagante”.

Me explica la responsabilidad que le cayó encima cuando el DJ americano Richie Kaczor se fue de la discoteca: “Con 18 años me vi manejando aquel monstruo”. Pero se abrió paso con un estilo propio y diferente: “Empecé con mi gusto y ponía temas que nadie se atrevía a pinchar. Y al principio lo pasé mal porque los fans de Richie me silbaban. Un día el jefe me llamó. Yo pensaba que me iba a echar, pero en vez de eso me dijo que confiaba en mí y que iba a subirme considerablemente el sueldo. ¡Eso te crea un subidón tremendo! Y en pocos meses pasamos de unas 300 personas… ¡a 2.000!”

Raúl Orellana
A Studio 54 Barcelona se le recuerda con emoción. “Fue la primera macrodiscoteca de Barcelona. Era un auténtico espectáculo por la iluminación, el sonido y la música. Y el resto de la luz era la de la gente. Contábamos con un equipo técnico de Nueva York. El “making” era diferente. En Navidad íbamos a una plantación de pinos de Gerona y cogíamos uno que luego plantábamos en medio de Studio 54; agujereábamos la pista y lo anclábamos con tensores. Y en verano se montaba una piscina y podías alquilar un bañador. Tuvimos las primeras gogós en unas jaulas con dispositivos hidráulicos que se elevaban hasta tres metros. La discoteca era un ser vivo, era un activoY yo decidía qué se hacía en cada momento: si salían las gogós o se tiraba el confeti. Era puro espectáculo”.

El estilo ha cambiado, al igual que la noche. ¿Hay alguna discoteca de Barcelona que se acerque a lo que en su día fue Studio 54? “Ninguna ni de lejos”, me responde contundente. “Venían famosos. Pasaron los Ultrabox, Tina Turner, Simple Minds o Diana Ross, entre otros, y cuando estaban allí cogían un micro y cantaban. El ambiente era de buen rollo. El Studio 54 de Nueva York tiene fama de urgías, drogas y demás extravagancias. En Barcelona también pasaba alguna que otra historieta, pero no a ese nivel. Sí que es cierto que en la segunda planta había poca luz y que en los nichos pasaba de todo. Pero en Studio 54 Barcelona nadie se metía con nadie, ni por la moda que seguías, ni por la música que escuchabas, ni por lo que hacías, cada uno iba a su rollo”.

Ahora que están de moda los 80, le pregunto si va a aprovechar la tirada. “Quiero hacer una fórmula que le guste a todo el mundo. Intento rejuvenecer a la parroquia. La gente que iba al 54 ahora tiene hijos y responsabilidades. Me gustaría que esa música también llegara a la gente joven de ahora”. Studio 54 Barcelona desprendía estilo y glamour. “El problema es que ese glamour ha dejado de tener importancia hoy en día”, me comenta. “Hay que dar espectáculo. Ahora está todo programado, todo es más difícil y mucho más tecnológico. Antes era manual y podías tocar incluso el piano en una sesión. Con Internet ha cambiado el mundo de la música y cualquiera se descarga una sesión o una base de forma gratuita. Antes invertíamos de otra forma: ¡íbamos a comprar vinilos!”.

Ahora, Raúl Orellana rememora la mítica discoteca del Paral·lel en varias salas de Barcelona con ferviente éxito. Su última fiesta, el sábado 22 de Noviembre. “Lo íbamos a hacer en el Teatre Principal, que es una sala perfecta para el evento, pero tuvimos problemas por molestias de ruido y ahora la montamos en El Molino”. Raúl me cuenta que seguirá el patrón de espectáculo de la discoteca de los años 80: “Tiraremos una bolsa de globos. Siempre lo hago. Es una fiesta. A la gente se le ha quedado eso en la retina y lo asocia al 54”. Y es que las fiestas triunfan por intentar plasmar al máximo el espíritu de Studio 54 Barcelona. “En la disco de los 80 cada tres o cuatro años cambiaba el público. Antes si tú ibas, luego quería ir tu hermano. Ahora eso no pasa, tú no vas a los mismos sitios que tus hermanos mayores. Los tiempos han cambiado en muchos aspectos. La gente salía con una bolsa de gimnasio y se cambiaba de ropa en casa de una amiga o en los baños. La libertad estética era diferente. Salías pensando: “Estoy haciendo algo promiscuo, ¡cómo mola!” Es una época de liberación en todos los niveles y colectivos. Los jueves noche se celebraba una fiesta de gays y lesbianas en Studio 54. En esta discoteca se juntaban prostitutas, travestis, gente con estéticas muy diferentes y tribus urbanas como los New Wave bailando al lado de los New Romantic. La libertad era lo que la caracterizaba. En otros pubs te llamaban la atención si te dabas el lote. Lo bueno y lo que ha hecho que el 54 perdure en el recuerdo es que podías hacer cualquier cosa que nadie se metía con nadie”.

Si tuviera que quedarse con un icono que por su música y su estética definiera los 80, Raúl Orellana escoge los Duran Duran. “Eran novedosos y atrevidos. The Wild Boys (https://www.youtube.com/watch?v=M43wsiNBwmo) llegó a ser un vídeo transgresor, era oscuro, duro, parecía una peli de ciencia ficción. En el vídeo Planet Earth (https://www.youtube.com/watch?v=8NF6Qa84mno)  se ven esas chorreras de estilo New Romantic. Otro videoclip es Girls On Film (https://www.youtube.com/watch?v=KCjMZMxNr-0), que incluso llegó a ser censurado en televisión por las imágenes de las chicas. Duran Duran son un icono: reflejan los 80 del principio. También estaban Marc Almond (de estética New Wave); los The Cure (Rock Gótico y New Wave); Boy George (Glam Rock); los Thompson Twins (New Wave); David Bowie (New Romantic);  o Madonna (en su primera época New Wave)”. Me cuenta que una vez vinieron los bailarines de Madonna a Studio 54 Barcelona. “Los bailes eran súper importantes también. La moda, la música y la forma de bailar iban en un pack. Quien marcaba tendencia reunía todas esas características. Los años 80 fueron un referente importante. Lo que se construyó en los 80 cambió absolutamente todo lo que vino después. Cambió la tecnología, la música, la moda y la mentalidad”.

Nos despedimos con un “Nos vemos el sábado en la fiesta”.

Raúl Orellana y yo en la fiesta de Studio 54 Barcelona en El Molino
(22 de Noviembre del 2014)

Después de este recorrido por los años 80, el siglo XXI ofrece la visión de una generación sin personalidad. Si antes la música, la moda y el estilo de vida estaban interconectados, ahora vemos un mix de estilos heredados de esos iconos musicales ochenteros. Ahora se viste por pura moda, no por estilo de vida, y pasamos de un lunes hippie chic a un viernes glam rock. Aunque así lo creamos, ni hemos inventado los Creepers ni las Dr Martens.


Ariadna Fernández 
@ariadna_leopard


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