Un año más, la Navidad (y el consumismo excesivo que la misma conlleva) se ha presentado ante nosotros antes incluso que la llegada del frío invierno, haciendo que deseemos todo cuanto pasa ante nuestros ojos.
El bombardeo masivo de anuncios en la televisión y demás medios es imparable. Y aunque nuestra mente ha llegado a ser capaz de hacer caso omiso a estos, siempre hay ese mensaje especial que despierta en nosotros la chispa del deseo.
Los escaparates de las grandes marcas y de las no tan grandes, ofrecen sus mejores vestidos para Navidad y fin de año, a conjunto, claro está, con unos tacones de infarto y un mini-bolso dónde apenas nos van a caber las llaves de casa. Para algunas, Valentino presenta esos elegantes vestidos rojos o negros, mientras que para otras, Zara o Mango son las opciones más asequibles para conseguir una prenda de un color rojo similar al del gran artista.
Mango Zara
Postradas ante esos grandes escaparates, con el añadido de las luces chispeantes que parecen colgar del cielo, deseamos todo cuanto vemos, imaginando nuestro cuento de hadas enfundadas en una de esas prendas. Pero al llegar a casa, es posible que en nuestro armario encontremos un par de vestidos y zapatos semi nuevos de las navidades pasadas, casi similares a ese que tenemos en mente y que, seguramente, acabemos comprando.
Pero no solo de ropa vive el consumismo navideño y es que nuestros hogares tienen también que estar perfectos. ¿Quién no ha querido nunca presentar la comida de Navidad en una mesa decorada igualita a las de Ikea, Habitat o Gastón y Daniela? Perfectamente combinada con el típico árbol de navidad, bajo el cual descansarán los infinitos regalos el día de Reyes, y demás ornamentación.
Ikea Gastón y Daniela
Zara Home
Curiosamente, en casa ya dispones de mantelerías, vajillas, velas, un árbol suficientemente grande, con su gran dosis de luces y adornos, pero una vez más, nuestra chispa consumista navideña nos dice que no tenemos suficiente. Y la obedeceremos.
Perfumes, maquillaje, complementos y un largo etcétera complementan nuestras compras pre-navideñas, respondiendo más a ese estímulo consumista que la sociedad capitalista nos impone que no a una necesidad real.
Esta sociedad es la que decide cuando empieza y cuando acaba la Navidad, así como qué necesitaremos para esos días tan especiales. Pero, conscientes de ello, todos acabaremos comprandónos un modelito nuevo para dar la bienvenida al nuevo año para, seguidamente, dejarlo guardado en el armario, de donde posiblemente no volverá a salir.
Laura Rotger
No hay comentarios:
Publicar un comentario