31 mar 2015

Adicta a Zara

Ayer introduje en el buscador de Google las palabras ‘adicta a Zara’. Aproximadamente 181.000 resultados. La mayoría de webs que encontré eran foros o blogs de chicas que, más bien a modo de reclamo, se autodenominaban obsesas por la ropa de esta marca de Inditex. Pero de entre todos estos frívolos resultados, encontré uno que despertó mi curiosidad. Se trataba de un artículo de El País, concretamente una columna de opinión firmada por Luz Sánchez-Mellado. El artículo en cuestión se titulaba ‘Confesiones de una zaradicta’.

Y lo leo y pienso: ¿Estamos locos o qué?

En realidad la estrategia de Zara es muy sencilla, aunque reconozcámoslo, roza la manipulación. Y es que tú estás tan tranquila dando un paseo y de repente te encuentras con una de las 453 tiendas que la marca tiene repartidas por toda España. Y entras. Y compras cualquier cosa por menos de 20€ y te crees la reina del mambo. Estás feliz, con tu bolsa reluciente de Zara balanceándose en tu brazo. 
Llegas a casa, la haces hueco en tu armario y de repente la magia desaparece. Y días después vuelves a salir a la calle y el proceso vuelve a repetirse desde el principio.

Esto se debe a cuatro cosas:

Nos gusta comprar más que un tonto un lápiz. Esto es así. Comprar es el hobby que los occidentales usamos para intentar sentirnos más satisfechos con nuestras vidas.
Los precios bajísimos. Demasiado bajos para ser éticos.
Los lookbooks. O lo que es lo mismo, ver a modelos con cuerpos ideales vistiendo prendas que a nosotros nos quedan como una patada en la boca, con una fotografía tan cuidada que en la mayoría de los casos es mucho más bonita que la misma ropa.
La renovación de escaparate. Si cada dos semanas renuevan totalmente la oferta, es más fácil encontrar ropa que nos guste.

Os propongo un juego. Id a vuestro armario. Colocar toda vuestra ropa en perchas, con el gancho mirando hacia la misma dirección, hacia adentro. Cuando uses una prenda y la devuelvas al armario, cuélgalo con el gancho mirando en dirección contraria, hacia afuera. Cuando finalice la temporada, échale un ojo a los ganchos que siguen mirando hacia adentro. ¡Sorpresa! Todas esas prendas son las que no te has puesto y, honestamente, las que dudo que te vayas a poner. Así que deshazte de ellas. Y rápido. Dónalas, dáselas a tus primas esas tan envidiosas que todos tenemos o llévalas a una Humana.

Y ya que estás, plantéate pasarte a la Slow Fashion.

“Saben lo que quieres, o lo que deseas fervientemente aun sin saberlo. Lo producen antes que nadie. Te lo meten por los ojos expuesto como alhajas en sus salones dos veces por semana. Y pasas por caja quieras o no quieras”. L. S. M.


Carla Esteve
@cordeorde

No hay comentarios:

Publicar un comentario