Están absolutamente en todos lados, pocos son los que no lo
han visto en algún lugar, ya sea de la mano de un amigo o de un turista en la
calle. El selfie-stick es el auxilio mágico que convierte a un selfie
tradicional en una foto más elaborada y, seguramente, más premiada en nuestras
redes sociales –que como todos debemos reconocer es justo en donde esperamos,
con ansia, publicar-. 2013 fue el año del selfie y 2014 del palo extensible. Y
es que es la prolongación de la cámara y de las autofotos, pues te da una
perspectiva perfecta de la panorámica y de los ángulos completos y te ayuda en
muchos casos a retratar, sin necesidad del autodisparador, a un gran grupo de
personas.
Tan grande ha sido el boom causado durante el último año que la revista Time lo ha considerado como uno de los grandes inventos del
año. Por si fuera poco, según Amazon España las ventas se dispararon en
diciembre del 2014 hasta un 400%. Y es que lo tiene todo para ser tan vendido: bajo
coste, fácil de transportar y, sobre todo, que muchos lo tienen y por ello todos
lo quieren. Además, los hay para todos los gustos: simples como un alargador,
con disparador a través de Bluetooth o con botón en el mango. Es el rey de las
redes sociales, presente en Facebook o Twitter, hasta en Instagram , cuyo
hashtag #selfiestick cuenta a mes de Enero con más de 350.000 fotos subidas.
Resulta curioso que existen muchas teorías sobre su
hipotético inicio; uno de sus supuestos orígenes se sitúan de la mano del
inventor Wayne Fromm en 2002, cuando tras regresar de un viaje con su hija se
percató de que, al tratarse solo de dos personas, no tenían fotos juntos en las
que se apreciara, a duras penas, el paisaje en donde se pretendían retratar. Fue
así que tras distintos intentos dio con lo que sería el accesorio perfecto
para la era 3.0 y, en 2005, lo llamó
Quick Pod. Sin embargo, bien es cierto que de los que hoy conocemos como Selfie
stick, pocos pertenecen a Fromm.
Otra teoría es que su aparición fue en Asia, ya que son los
que hicieron del palo extensible un futuro éxito de ventas en el resto del
mundo. Otras fuentes apuntan a que apreció en 1995 y que fue catalogado como
uno de los inventos más estúpidos de año en un libro japonés. Sin embargo, muy
lejos de países asiáticos, ha salido a la luz una fotografía del año 1926 en la
que aparentemente aparece una pareja haciéndose una foto con un palo en la mano,
al más puro estilo siglo XXI, vaya. Quien sostiene tal palo es Arnold Hogg, original de Rugby –Warwickshire- y abuelo del periodista Alan Cleaver, que compartió la instantánea con
la cadena televisiva BBC.
Sea como fuere, el artilugio triunfa – y mucho-. Y como todo
lo que triunfa, también tiene detractores, pues ya han aparecido estudios y
psicólogos que maldicen al selfie y al palo y los culpan de suministrar un narcisismo extremo, enfermizo
y hasta estúpido. ¿Estamos, entonces, ante el desencadenante de una nueva
enfermedad ególatra o es extremadamente exagerado el pensar así?. En cualquier
caso, hagamos caso de aquello que tanto se dice “no se quieran tanto y quiéranse mejor”.
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