Women’s Wear Daily ya no es daily, el ‘punto com’ se ha convertido en la principal fuente de información de las nuevas generaciones, y en cada número de Vogue aparecen casi tantas bloggers como modelos.
Desde hace unos años, sobre las redacciones de todo el mundo planea una pregunta:
¿ H a m u e r t o e l p a p e l ?
Un quiosquero de 1963 preocupado porque Internet acabará con el papel. |
No será la abajo firmante la que responda a la pregunta en la que ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo, pero cientos de horas devorando pantallas, revistas y libros han acabado por convencerme de que sí, el papel ha muerto, pero sólo para resucitar al tercer día más fuerte que nunca.
Hace unos meses, amanecíamos con la noticia de que el diario decano de la información de moda estadounidense Women’s Wear Daily ya no publicará diariamente en papel. Fue la gota que colmo el vaso de los que creíamos en el futuro de un soporte que, en fin, no da -al menos tanto- dinero.
Y es que, seamos justos, poca gente es tan fetichista del olor a tinta como para pagar por tener en soporte físico una información que, de todas todas, íbamos a acabar teniendo gratis, pocos aman tanto el olor a tinta como para guardar solo por coleccionismo algo que de todas maneras va a caducar en menos de veinticuatro horas.
Sin embargo, al ampliar un poco el foco, la realidad devuelve un mundo de la moda conquistado por las pantallas en el que, con todo, resulta que hay más papel que nunca.
En septiembre del año pasado, Vogue Italia publicaba, coincidiendo con su 50 aniversario, uno de los números más grandes que han caído en mis manos. Dos kilos de papel repartidos en 884 páginas (para los despistados, el mítico September Issue, tenía 840, y el del 120 aniversario de Vogue, el más grande hasta el momento, 916) y cincuenta modelos en una portada desplegable. Una revista de esas que no lees en la playa, ni en la cama. Una revista que tienes que leer sobre la mesa porque es demasiado pesada, y demasiado bonita, y que al terminarla ocupa más en la estantería que muchos libros. “No me imagino Vogue en un formato solo digital”, dijo por aquella época Franca Sozzani.
También pure players se han dejado seducir por el formato físico. Tavi Gevinson, aquella niña de catorce años que se sentaba junto a Anna Wintour en los front rows tapando con sus tocados la vista de otras periodistas especializadas, la primera que hizo sospechar que la moda había dado el salto a la web, ha sacado una revista en papel. Rookie, su revista online, publica cada año un yearbook con contenido exclusivo editado por la propia Gevinson.
Papel y más papel.
No hace falta recordar qué hizo Carine cuando dejó de ser la editora de Vogue Paris.
Por no mencionar maravillas como The Gentlewoman, Self Service, System,... que, si bien dirigidas a un público más minoritario, han surgido en pleno boom digital, y ahí siguen.
En plena ‘crisis del papel’ llegaron también Forbes y Harper’s Bazaar a España (gracias, Andrés Rodríguez y cía.).
Y por el camino casi me dejo el ejemplo más paradigmático de todos.
En la primavera de 2012, Style.com -la razón por la que una querida amiga sabe decir casi con los ojos cerrados de qué firma es, a qué temporada corresponde y, si me apuras, qué modelo llevaba en la pasarela casi cualquier prenda que le pongas delante- publicaba su primera edición en papel.
Una revista maravillosa, sin claims ni ganchos en portada, sólo el nombre, y una fotografía que daban ganas de enmarcar y, en el interior, contenidos para alargar la lectura durante meses.
Una publicación semestral que, tan sólo dos años después, llegaba a su fin.
A finales de abril, WWD anunciaba que Condé Nast convertirá Style.com en una plataforma de ecommerce. Y el círculo, de algún modo, se cierra. Leticia tenía razón. Las revistas se van a dividir entre libros joya, publicaciones (caras) que guardar y admirar, y catálogos. En el caso de Style.com, acabó por imponerse lo último.
Iria Pérez Gestal
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