“Take care
of your body with steadfast fidelity. The soul must see through these eyes
alone, and if they are dim, the whole world is clouded.”
Johann Wolfgan Von Goethe
Como el sujeto que
ocupa el punto más alto en una pirámide humana, el individuo de la sociedad
actual se halla levitando en dos estratos: el pilar de la masa que le
proporciona seguridad y sentimiento de pertenencia, y la individualidad a
través de la cual reafirma su yo. Y, del mismo modo en que el equilibrista se
vale de su cuerpo para llevar a cabo su acrobacia, el individuo social, lo
transforma con el objetivo de posicionarse con la masa, o bien, desmarcarse de
ella exaltando su identidad.
Las modificaciones del cuerpo en
el mundo occidental se han dado desde siglos atrás y se han ido multiplicando y
variando a lo largo del tiempo. Lo que todas ellas tienen en común es que
funcionan bajo los preceptos de la moda, entendiendo la misma como una adquisición individual que pasa a formar parte del
colectivo.
Son varias las razones por las
cuales el individuo ha modificado su cuerpo. En un primer lugar, cabría
destacar el caso del cuerpo como objeto que se presta a la sumisión para
subyugar a la persona. Este es el caso del estrechamiento de la cintura
provocada por el uso frecuente y excesivo del corsé, que además de transformar
la figura femenina, impedía a la mujer respirar y moverse con completa
normalidad; un factor nada casual, teniendo en cuenta que lo que se pretendía
era dominar a la mujer.
En segundo lugar, podría situarse la
transformación del cuerpo como elemento impuro que hay que librar de cualquier
secreción o deshecho del mismo. Prácticas como la depilación se encontrarían
dentro de este grupo. Otro tipo de modificación del cuerpo podría relacionarse
con la idea del mismo como expresión de la propia identidad. La explosión de la
moda del tatuaje o el piercing en los años 80, serían importantes ejemplos de
esta categoría, ya que, a través de ellos, el individuo busca, en un principio,
diferenciarse de la masa. Y en último lugar, habría que señalar la modificación
corporal más extendida en la actualidad y que obedece a la necesidad de
transformar el cuerpo, entendiéndolo como medio para conseguir el éxito. Este
es el origen de las múltiples operaciones de estética que tantas mujeres y,
cada vez más hombres se realizan se encuentra en la mayoría de casos en la
voluntad de triunfar, ya sea a nivel personal como a nivel laboral.
Todas estas transformaciones, han
sido adoptadas por la masa, y las dos últimas con una voluntad evidente de
desmarcarse de lo común y destacar sobre el colectivo. Como era de esperar,
estas prácticas han pasado a ser una moda con todas sus implicaciones. Y con
ello, me refiero a que teniendo en cuenta esta condición sine qua non por la
cual la moda es un fenómeno que atañe a un grupo, ¿no es paradójico que el
individuo que quiere distinguirse del resto lo haga mediante este proceso que está
más de moda que nunca? Quizá sería necesario hablar largo y tendido con alguna
persona que haya decidido, por motivos puramente superfluos, hacerse un “retoque”
mediante cirugía, ponerse aparatos para hacerse un diastema o tatuarse el signo
de su horóscopo en la espalda. No nos sorprenderemos si los dos primeros
consideran que se sienten más atractivos que la media, y el segundo confiesa ser ahora más fiel a su persona
y a su identidad.
Casualmente, durante los últimos
tiempos se diviniza a nuevos personajes catálogo que abogan por la transgresión
y deciden atravesarse el septo con un trozo de titanio y comprarse unas Rayban
Wyfarer. En solo dos días se multiplican las ventas de Wyfarer y los piercings
en la nariz, y los portadores de estos objetos se sienten más únicos y
auténticos que nunca. ¿O más comunes y con mayor sentimiento de pertenencia a
un grupo que nunca?
En resumidas
cuentas, ¿Conseguimos individualizarnos
a través de estas modificaciones de nuestro cuerpo o, paradójicamente formamos
más que nunca parte de la masa?
Keren Manzano
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