La primera vez que oí hablar de “Charles y Ray Eames” cometí
el error de pensar que se trataba de una pareja de hermanos. Un error muy común
aún a día de hoy y es que, desde el salto a la fama del estudio de diseño Eames
a raíz de su línea de mobiliario para la empresa Herman Miller, fue siempre
Charles Eames la cabeza visible del dúo más influyente en el diseño del siglo XX.
Colección crucero 2012 de Prada, con las modelos sentadas en sillas Eames.
Bajo el apodo “Ray” se encontraba en realidad Bernice
Alexandra Kaiser, una artista californiana que tras graduarse estudió pintura abstracta
en Nueva York con el artista Hans Hofmann. Fue también una de las fundadoras
del grupo Abstract American Artists en 1936 antes de mudarse a Michigan para
continuar sus estudios en la Cranbrook Academy of Art. Allí fue dónde conoció a
Charles Eames que ejercía de profesor, con quién se casó tras el divorcio de
éste de su primera mujer. La pareja se trasladó a Los Ángeles, dónde fundaron su
famoso estudio de diseño en el que trabajarían juntos en gran cantidad de
proyectos de diseño, arquitectura y comunicación hasta la muerte de Charles en
1977.
Por su cuenta Ray también se dedicó a diseñar una serie de
estampados textiles que serían producidos por Schiffer Prints, una compañía que
produjo también estampados de Salvador Dalí y Frank Lloyd Wright. Durante la
década de los 40 también realizó varias portadas para la prestigiosa revista
Arts and Architecture.
Ray Eames con uno de sus diseños textiles y en su estudio.
Víctima de la sociedad extremadamente sexista y patriarcal
de los años 50 en Estados Unidos, la figura de Ray quedó para siempre
postergada a un segundo plano en el papel de esposa dedicada que apoya a su
marido. Incluso la mayoría de libros de diseño actuales se limitan a destacar
su papel como estilista en las fotografías y películas del estudio y su
aportación orgánica y colorista a la fría estética del diseño moderno de la
época. Un reciente documental sobre la pareja “Eames: the architect
and the painter” (noviembre 2011) repasa su trayectoria e intenta arrojar luz sobre la verdadera
amplitud de las aportaciones de Ray, que los antiguos empleados del estudio
coinciden en clasificar como crucial.
Tanto es así que el propio Charles
insistía en dar a conocer la importancia que tenía su mujer en el proceso creativo
del estudio sin demasiado éxito. Un buen
ejemplo es su aparición en el show de la NBC “Home” en 1956, en el que la
presentadora Arlene Francis presenta a Charles Eames y éste a su vez invita a
escena a Ray que aparece de detrás de unas cortinas. A pesar de la insistencia
del diseñador sobre la implicación de su esposa en el diseño, la presentadora enfatiza
la idea de que “detrás de un hombre de éxito se encuentra una mujer interesante
y capaz” y no duda en pedir a la Sra. Eames que explique “cómo ayuda a su
marido a crear sus famosas sillas”, tras lo cual Ray vuelve a desaparecer del
plató.
Charles y Ray Eames en la NBC
No hay que olvidar que esta es la época en la que aproximadamente se sitúa la exitosa
Mad Men con su elenco de mujeres poderosas en un aspecto u otro. Pero la
realidad es que la sociedad de la época no comprendía ni aprobaba el concepto
de una mujer diseñadora, o profesional de alto nivel en cualquier ámbito.
Además la imagen de Ray distaba mucho de las mencionadas protagonistas, con el
pelo siempre recogido y una vestimenta sobria protagonizada por los pichis
oscuros con blusas blancas y más adelante vestidos o trajes chaqueta discretos con
bolsillos grandes en los que guardaba toda clase de notas y dibujos.
Ray Eames con una pieza en el jardín de su casa y el cartel del documental.
Esta imagen excéntrica tanto de Ray como de Charles Eames en
su indumentaria y en sus autorretratos estaba cuidadosamente construida por la
pareja para mantener su vida privada oculta a la mirada pública y conseguir un
estatus de iconos culturales. Un estatus que ha llegado hasta nuestros días
prácticamente intacto, aunque ello suponga que la figura de Ray haya permanecido
como anexo a la de su marido.
Cèlia Borrull
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