Repaso a las aportaciones del belga a la moda masculina
Su nombre ha asaltado los medios en los últimos meses de forma constante, primero por su marcha (impuesta) de Jil Sander y posteriormente por suceder a Galliano como director creativo de la maison Dior. Pero, ¿quién es Raf Simons? A parte de ser un hombre de un buen gusto exquisito y de un talento incontestable es alguien que ha revolucionado el mundo de la moda masculina.
Simons nació en 1968 y fue criado en el seno de una familia de origen humilde en una granja del pequeño pueblo de Neerpelt (Bélgica). La oferta cultural del lugar no era precisamente vibrante, así que la única escapatoria para el joven Raf era la tienda de discos del lugar, dónde cultivó su gusto musical que ha sido y es uno de los ejes que inspiran su obra.
Aunque parezca extraño teniendo en cuenta la meticulosidad en los acabados de sus piezas, nunca estudió nada relacionado con la moda. Sus estudios se centraron en el diseño industrial y de interiores pero se las arregló para hacer prácticas con el diseñador Walter Van Beirendock (uno de los 6 de Amberes) dónde aprendió el oficio y se contagió de una forma de trabajar creativa e inspiradora. Esas prácticas también le valieron para conocer de cerca la obra de Martin Margiela por quién quedó cautivado después de presenciar su show “todo en blanco” en 1991 en Paris. Ese acercamiento al talento de Margiela supuso un revulsivo para Simons y le confirmó que su sitio estaba en el mundo de la moda.
El imaginario personal de Raf Simons gira alrededor de un eje muy marcado: la juventud y todo lo que la rodea. El hombre que nos propone es un hombre-niño aturdido, sensible y delicado. Un adolescente confundido, a veces desvalido y otras apasionado, que da tumbos por el tortuoso camino que le lleva a la edad adulta. Un personaje que recuerda mucho a las esculturas del simbolista belga George Minne con sus figuras de adolescentes encorvados y de mirada perdida.
Uno de los elementos que emparenta a Simons con el legado de los 6 (o 7) de Amberes es el hecho de prescindir de modelos profesionales para sus desfiles. Qué mejor para dar vida a sus diseños que verdaderos chicos de la calle, con sus inseguridades e imperfecciones pero a la vez con la altanería de la edad. Estos no-modelos que bien podrían formar el casting de un film de Larry Clark desarrollan un papel importante en el universo de Simons. Algunos de estos chicos han colaborado repetidamente con el diseñador, llegando a contratar a uno de ellos como asistente. Para el belga es importante ver la relación que se establece entre los chicos que encuentra en la calle con sus creaciones, por qué están cómodos vistiendo una prenda u otra y su punto de vista sobre la colección. Tal es el valor que da a este aspecto de su trabajo que en 2001 publicó, en colaboración con el fotógrafo David Sims, Isolated Heroes, un retrato desgarrador y tremendamente onírico de estos chicos.
La adolescencia significa la búsqueda y confirmación de uno mismo y es por ello que la música adquiere un papel destacable. Simons creció escuchando new wave, punk y los sonidos de la génesis de la música electrónica. Unos ritmos que han influenciado en gran medida la estética de sus colecciones y que han puesto banda sonora a su obra. Buena muestra de ello son sus colecciones de los 90’s i principios de los 2000 Black Palms (influenciada por la estética de la cultura rave y de la Belgian New Beat Music), Radioactivity (en la que rendía homenaje a la mítica banda alemana Kraftwerk a los que incluso hizo desfilar para presentar la colección), Confusion (con claras reminiscencias a la esencia estética de Joy Division) y Closer (con imágenes de las míticas portadas de discos de Peter Saville para New Order o Joy Division).
Otro de los elementos que definen las colecciones masculinas de Raf Simons, es el trasfondo social. El contexto adquiere especial protagonismo en colecciones que reflejan problemáticas como las tensiones raciales en el norte de Europa (Riot, Riot, Riot) o las consecuencias del 11S (Woe Onto Those Who Spit On The Fear Generation...The Wind Will Blow It Back).
Si personal es su selección de modelos, el resto de elementos de la mise-en-scène de sus propuestas creativas, no lo es menos. La presentación de su primera colección la hizo con un video filmado en 8mm. Posteriormente ha realizado desfiles en lugares inusuales como un bosque o usando elementos industriales y despojados de todo glamour como cemento, espejos, escaleras mecánicas e incluso latas de refresco compactadas en cubos.
En lo que se refiere a las siluetas presentadas por Simons, cabe decir que a lo largo de los años han ido variando pero siempre insuflando aire fresco, redefiniéndolas. Si en sus inicios tendía a las figuras de corte slim (antes de que Hedi Slimane hiciera de ellas su seña de identidad), con los años fue acercándose a unas formas más holgadas.
La madurez se ve reflejada en los últimos diseños de Raf Simons y aunque no deja de lado su inspiración en la juventud y su apuesta por la vanguardia, sí es cierto que en la actualidad sus propuestas son más contenidas. Tanto en lo que se refiere a la silueta (de corte mucho más clásico) como a los tejidos. Si en el pasado Simons hizo uso de neopreno, lona y otros tejidos poco propios del prêt-à-porter más conservador, en sus últimas colecciones priman tejidos nobles como el algodón y la lana. Pese a eso siempre con un golpe de tuerca y con la incorporación de elementos innovadores.
El influjo de Raf Simons en el presente y futuro de la moda masculina es indiscutible. El legado de sus colecciones y su forma de mostrarlas le otorga un distinguido puesto en el listado de los grandes. Si aún os queda alguna duda os invito a visitar su página web que sintetiza a la perfección su imaginario. Consultar sus archivos (con el volumen del ordenador bien alto) es una experiencia sensorial de lo más interesante (e inquietante). http://www.rafsimons.com
Por Txell Hernández Gil
Por Txell Hernández Gil
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