6 may 2012

BYE BYE EAU D’ISSEY


Esta semana he hecho algo inaudito en mi, he cambiado mi clásico perfume Issey Miyake, al cual soy fiel desde hace ya ni recuerdo cuantos años, por Eau Sauvage de Dior. Y es que asistir a una clase con mi profesora Inmaculada Urrea acerca del branding puede ser muy traicionero. Fue entonces cuando nos desveló la historia de este histórico perfume, cómo su publicidad protagonizada por Alain Delon representa la rebeldía y la juventud, una especie de James Dean afrancesado. Mi idea sobre Dior siempre había sido la de lujo clásico, recargado y anticuado para mi gusto, y el hecho de que dentro de la tradición de la firma existiese este perfume salvaje me cautivó.

Frasco de Dior Eau Sauvage y publicidad protagonizada por una foto antigua de Alain Delon


Para mí el lujo no está reñido con la rebeldía. Tan lujo puede ser Nati Abascal enfundada en un vestido de Elie Saab como Mario Vaquerizo con una cazadora raída de Balmain. A los precios me remito. De hecho lo de Mario me parece incluso más lujoso, ¿que puede ser más preciado que la libertad de saltarse la esclavitud del protocolo?

Si hay algo que odio en este mundo (en realidad no voy a mentiros, odiar, odio muchas cosas) son los alternativos rebeldes que se creen más listos que el resto de mortales por comprar unas marcas y no otras. Skaters que se rien de los pijos de Pedralbes llevando una sudadera Carhartt al mismo precio que una de Ralph Lauren. Modernas que llevan cada día, sea  a la universidad, a una cena o a un entierro, la bolsa de algodón que regalaban en el Asvoff para que todos veamos lo cools que son. Alternativas que llevan “zapas” que ni sacadas de un contenedor pero sin el último pintauñas de temporada de Chanel no viven.

Ese es otro de los misterios de la vida, no sé vosotros pero yo jamás he conocido a un moderno o a un pijo. Oigo mucho hablar de ellos pero nunca nadie se ha autodescrito a sí mismo así, al contrario, lo niegan. Pues confieso, me encanta la buena vida y las cosas caras: yo soy pijo; rebelde, eso sí, que por algo me he cambiado de perfume. Y más pijo que sería si el presupuesto lo permitiese.

Lo mejor de todas las tribus urbanas es que todas se creen mejores y más inteligentes que las demás, cuando aquí en realidad son las marcas las que nos superan. Cada una capta a su víctima y vende lo que sabe que ella va a comprar, diferentes trampas para diferentes víctimas, pero la caza es la misma y aquí todos somos presas.

Y así fue como Dior, confabulado con mi profesora, me obligó a ir al Corte Inglés cual mosca a la miel, intentando autoengañarme pensando que era solo para descubrir como olía. MENTIRA. A mi ya me lo habían vendido antes de oler nada, ¿pero de eso se trata esta trampa del marketing y la comunicación no?

WELCOME EAU SAUVAGE (al menos hasta que se termine el frasco)




Escrito por Xavier Cugat

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