Por Ana Rodríguez Planas
Visionaria y atemporal. Coco Chanel supo entender a la mujer moderna y creó un estilo elegante y funcional que aún hoy triunfa temporada tras temporada.
Pero, a pesar de (o gracias a) sus innumerables mentiras, la leyenda que ella misma se forjó distaba mucho de la realidad. Fue Edmonde Charles-Roux quién, tan solo tres años después de la muerte de la creadora, escribió una biografía donde mostraba la verdad sobre Coco, aquella que ella tanto había luchado por esconder.
“Descubriendo a Coco” era el primer retrato que destapaba la fantasía que Chanel había hecho de su infancia y juventud. En su relato no había sitio para las monjas que le habían enseñado a coser en el lúgubre orfanato, ni para sus actuaciones en el café de Moulins, ni para su familia de artistas ambulantes y padres que desaparecían durante años, ni para sus inicios como mantenida de Etienne Balsan, que le financió sus primeros negocios.
Gabrielle Chanel intentó dejar atrás, con rabia y valiéndose de su talento y oportunismo, un pasado marginal y frustrante. Nacida en una familia humilde, sus padres no estaban casados, creció en un orfanato (de ahí sacó buena parte de su inspiración posterior) de donde salió con el objetivo de formar parte de una clase social a la que nunca habría podido acceder si no hubiese sido por su ambición y su terquedad.
Gabrielle aspiraba a mucho más. Se reinventaba una y otra vez, hasta conseguir ser lo que siempre había soñado: independiente y poderosa. Para ella, lo importante no era solo valerse de los hombres para conseguir lo que quería, sino que este objetivo era precisamente ser independiente de ellos, cosa que, en esa época, era impensable para una mujer.
Es divertido ver como las creaciones de Chanel surgen de una serie de venganzas personales nacidas de sus años de infancia. Vestir a las mujeres de la alta sociedad con el color de los pobres, el negro, hacer que se pusiera de moda el bronceado (hasta entonces, rasgo inequívoco de los trabajadores del campo), usar tejidos bastos propios de la clase baja como el tweed, inspirarse en los hombres para crear sus modelos (muchos más cómodos y funcionales que los propios de las damas de la época), cortarse el pelo como un chico…
El mayor logro de Chanel fue conseguir convertirse en un clásico creando un estilo atemporal y poder hacer frente a la máxima que ella misma pronunció: “Moda es todo lo que puede pasar de moda”. Y Chanel nunca lo hará.
El retrato que Edmonde Charles-Roux hace de Gabrielle Chanel es especialmente inspirador hoy en día. Es el relato de una lucha contra los elementos que le vienen a uno impuestos desde el nacimiento, la creación de un personaje soñado. Es el retrato de una mujer que “se hizo a sí misma”, a pesar de la época en que le tocó vivir.
Ésta es mi recomendación para el día de Sant Jordi. Si aún no lo habéis leído, ¡no sé a qué estáis esperando!
(Artículo publicado originalmente en 50x7)
No hay comentarios:
Publicar un comentario