|Claudia Schiffer por Richard Avedon para Versace en 1994| |
El
colmo de todo el outfit que se quiere parecer Versace o Cavalli es que
transpira de un aire barato nada idílico, demasiado vulgar. Y todo resulta en
una metáfora perfecta: ¿por qué iríamos de Hillary Clinton en Noche Vieja,
cuando podemos ser Melania Trump?
Por
eso, mientras mis manos se acercaban a las lentejuelas más centellantes y mi
corazón latía a cada segundo más descontroladamente como si se tratara de mi
primera pasión teenager, me frené en mi futura compra: “ya me han invitado a
algo? ¿Dónde iré yo tan estatuilla de Oscar?”. La verdad es que no sé porque yo
reflexionaba, ya que todos a mi alrededor compraban casi sin aliento, como si
el año nuevo que está a punto de llegar fuera el año. Repito, el año- articulo
definido e insuperable a nivel de comparaciones. “No, me niego… No compraré
nada que grite en un silencio de una mirada ‘fake happiness’”.
En
primer lugar, hay que valorar la madurez que existe cuando vas contracorriente
y lo has pre proyectado en tu miente. La tentación sigue ahí, a la vuelta de la
esquina, pero tú, como persona independiente, lo has rechazado. No eres un
ángel de Victoria’s Secret y lo sabes, el sexy que te intentan vender en todos
los crop tops ya queda demasiado 2015 y para falsa noción de estilo ya nos
sobran las chicas rollo Sutton Barcelona. Pero lo que no entiendo es que el tan
adorado “sportswear” no se suba de una vez por todas al pódium y nos permita
comer las uvas casi en pijama. O no, a lo mejor no… Que los tacones siempre
tienen su punto cool… ¿Pero me puedo poner la gorra de béisbol Balenciaga y los
tacones? ¿Os parece urban chic? ¿O seguimos con lo de casual chic que nadie lo
pilla?
|Balenciaga S/S 2017| |
En el
ritmo de “sin miedo al lujo” me doy cuenta que esto se trata de un glam 3.0:
los brillos quedan bien en las redes: “lo petará seguro en Instagram” ecua en
mi miente. (Emoticono de la botella de champagne). De repente entiendo que esto puede ser un
recuerdo revisitado del color imperial de las dinastías Ming y Quing en China.
El amarillo era símbolo de riqueza y sabiduría. Era exclusividad. Era
prosperidad. Y claro, si lo prohibieron a la plebe durante siglos, ¿por qué no
abusar de ello como si esto fuera un after de la movida madrileña? Por cierto,
dudo que los mejores hayan sido en un fin de año… ¿Pero de qué me sirve tanto
escepticismo? Después del fin de Brangelina yo de verdad que me lo creo todo. ¡Todo!
Para
recibir al año nuevo, no hay nada mejor que la sensual conclusión de que 2017
deberá ser el año de nuestras resoluciones de estilo. El negro puede ser
candente, tu ombligo puede salir de fiesta dentro de los pantalones y tus cejas
no son las de Kortajarena. ¡Qué la fiesta recupere la elegancia setentera que
tuvo un día, qué la creatividad renazca y qué todos lo disfrutemos sin cualquier
miedo de romper la cremallera!¡Ese es mi brindis para 2017!
|2016 | El fin de Brangelina| |
Mariana
Viseu
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