29 dic 2016

¿Kimvolución o involución?

En las últimas semanas me he visto atosigada por un sinfín de artículos publicados en todas y cada una de las revistas de moda dedicadas a la mujer, en los que animan a esta a soñar con el culo de Kim Kardashian, el cuerpo de su hermana Kendall o tratando de hacer pasar por jurado a todas las chicas que les precie unos minutos de su vida para decidir que quién viste mejor, si la Reina Letizia o la de Jordania (Rania), si Pilar Rubio o Kate Middleton... Y así, un largo etcétera. Y yo me pregunto, ¿a quién le importa un pimiento todo eso?
Ante este panorama que se nos presenta en la actualidad en las revistas femeninas, yo me decantaría por denominarlo una involución cultural en la eterna lucha contra la igualdad de sexos. A lo largo del siglo XX la moda tuvo un gran peso e influencia en esta gran batalla, a partir de la Primera Guerra Mundial las mujeres comenzaron a lucir vestimentas más cómodas y ligeras, en primer lugar, porque comenzaron a incorporarse al mundo laboral, y en segundo lugar, por que quién iba a saber cuándo le iba a tocar huir despavorido, y claro, con un corsé que corta la respiración y un vestido con un sinfín de capas lo de correr no debía ser igual de cómodo.

Coco Chanel luchó también por la llamada “igualdad de género” o “igualdad de sexo”, como se quiera denominar. Fue de las primeras mujeres en enfundarse en unos pantalones, por lo cual sufrió millones de críticas, hasta conseguir que la realidad del día a día otorgara a las mujeres el derecho a lucir más masculinas, una desfachatez en toda regla, ¿no?

Pues no, no acaba ahí el asunto, en los años cincuenta y sesenta la “lucha” pisó más fuerte, las féminas se atrevieron a enseñar más partes de su cuerpo luciendo minifaldas, vestidos cortos e incluso biquinis, a lo cual debo añadir que he podido observar con mis propios ojos estos atuendos de playa ya en los años veinte. La llegada de la píldora anticonceptiva, la emancipación de la mujer o la exposición del cuerpo (lo cual derivó en una mayor preocupación por el cultivo de este) comenzaron a verse ilustrados en la moda, las mujeres se podían vestir con mayor libertad. La propia Bianca Jagger, en los años setenta, dejó al mundo entero con la boca abierta luciendo un look masculino a través de un blazer el propio día de su boda, algo impensable para la mayoría.

Con esto quiero decir que podemos dar las gracias a la moda por su ayuda en la evolución de la mujer, por que gracias a esta podemos lucir pantalones, corbatas, bragas-short, cinturón-faldas (a veces no queda del todo claro), entonces, ¿a qué viene ahora este cambio de rumbo, dónde las revistas se dedican a cultivar una imagen de perfección sobrehumana adoctrinando a las mujeres a ser tal cual las modelos, y no a la lucha a favor de la igualdad y la libertad, y ya si cabe, la cultura?
En los últimos tiempos, en vez de enseñarnos el arte que conlleva la moda, la historia y evolución de esta así como la cultura que lleva detrás, las revistas de moda parecen más interesadas en implantar estereotipos inasequibles así como ordenar a las féminas cómo deben lucir para “x” o “y” ocasión, cómo perder diez kilos en diez días, pero aceptándote a ti misma, claro está, pero sin los diez kilos de exceso, por favor.

Se ve que la vida de la famosilla de turno fascina a medio mundo, por que claro, debemos saber si fue a comprar el pan en chanclas o enfundada en un Chanel, lo cual criticarán de igual modo, si fue en chanclas porque qué vulgar, ¿no?, y si fue arreglada, porque se maquilla y peina hasta para comprar el pan.

Por lo tanto, en resumen, hemos derivado de un siglo XX en el cual la moda formó parte de la evolución de la mujer en su camino hacia la liberación y la libertad para, en pleno siglo XXI, involucionar en una panda de robots que intentan semejarse y similar la perfección; vendiéndonos normas de vestuario, la vida de las Kardashian o cómo quedar bien en un selfie, entre otros tantos artículos banales que podemos encontrar echando una ojeada. ¿Por qué se han olvidado los valores, la cultura y el arte de la moda, y por el contrario, se ha vuelto en el “hazmereír” de los intelectuales?

I. Blokker

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