Por Mariana Viseu
Sophia Amoruso |
¿Os suena netflix&chill?
¿Sí? Perfecto. ¿Y netflix&fashion? ¿No? Pues no pasa nada, os acabo de
introducir a un nuevo concepto, a un nuevo universo de inspiración alcanzado en
2017. Y Netflix es quien tiene la culpa. O el mérito. O un poco de ambos.
Decir Girlboss es
invocar el hashtag e invocar a Sophia Amoruso, la creadora del gigante
ecommerce Nasty Gal. La Cenicienta de la tecnología, como el New York Times la
ha nombrado, escribió en 2014 un libro, que muy poco tiempo después se convirtió
en bestseller, sobre su viaje hasta el éxito de su tienda online. Pero más que
una web, Nasty Gal es una comunidad, una Meca en versión WWW para todos
aquellos que entienden de vintage y que comparten una pasión por la moda. Nasty
Gal es una plataforma que creció creando al futuro antes que nosotros lo supiésemos.
Y eso se llama vanguardia, se llama rebeldía, se llama liderazgo.
Y aunque en el
año de 2016 todo el planeta se quedó sin reacción al saber que Nasty Gal se declaraba
en bancarrota, Sophia Amoruso no desapareció. ¡No! Ella es de ésas mujeres
concebidas para triunfar en la vida. No se ha conformado con una bajada de su
negocio y al día de hoy ve la recompensa en modo de una pantalla: en la
recreación de su vida en formato serie, en un trabajo original del gigante
americano Netflix. ¿Qué le aporta todo esto? Le confiere, una vez más, la
oportunidad de ser la primera en el listado, es decir, escribir su propio CV
como nadie lo hizo antes, maniobrando mejor que nadie en pleno corazón de las
redes sociales.
Britt Robertson como Sophia en Girlboss, serie que estrenó el 21 de abril de 2017. |
Lo mejor de la
serie no son los diálogos o las ropas vintage, como sería expectable. No. En la
mayoría de los episodios los diálogos incluso olvidan que ser feminista no
significa ser borde. Y tener éxito no es un equivalente a sólo tener dinero.
Las correlaciones son, casi en todos los casos, demasiado vacías y
despropositadas. Son 13 episodios energéticos y violentos que son tan cómicos
como ingenuos. Lo mejor de Girlboss es el amor por las prendas y por darnos por
fin la oportunidad de revivir los años 2000. ¡Y en precisión! ¡Dios, cómo los echábamos
de menos ya!
Pero mientras
Marissa de O.C se muere, vemos a una serie que al revés de conservar a la valentía
de Amoruso, vulgarízala y transforma el personaje principal en un antihéroe que
no cuadra con la realidad. Aterrizado es como el espectador se quedará al final
de la serie, concluyendo que la moda y el business son dos partes de una ecuación
de villanías aún por solucionar. Y es aquí donde reside mi verdadera crítica: ¿cómo
es posible que se construya una serie sobre la compra de ropa vintage y se
hable tan poco de la ropa ella misma? ¿Qué clase de serie de moda es Girlboss
si al final casi no vemos a las prendas a través de una mirada más educada? Y
el punto clave es que deberíamos: Sophia tiene un máster en comprar en tiendas
de segunda mano, un PhD en vender prendas online y un doctorado en fidelizar
sus clientes vía eBay. Por otras palabras, el talento del personaje principal
se diluye con el drama sin que transpire MODA. En mayúsculas, como todas las
pasiones deberían ser.
Pero los milagros
existen en países tan poco religiosos como los EEUU, por eso uno no debe
despreciar una primera temporada menos carismática de la que nos habíamos
imaginado. Nos cabe ahora esperar por la segunda temporada. Pero no mucho, una
vez que al día de hoy nos actualizamos a cada scroll y no a cada seis meses.
Por eso, si aún
no lo has hecho, despierta a la girl boss que hay dentro de ti y actualízate
como un buen millennial que eres. El tiempo es dinero y puede que ya lo estés
perdiendo.
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