En Colombia, es común oír en la jerga local el término ‘oso’ para referirse a una situación vergonzosa. No encontramos mejor manera de titular este artículo, en vista del mediocre programa que es El Hormiguero. Espacio burlesco, falto de contenidos graciosos y que ante todo muestra una actitud machista por parte del presentador Pablo Motos. Con todos estos contras, el programa está al aire desde 2009 y no tiene planes para desaparecer en un futuro cercano.
Pero ¿por qué gusta este espacio? La respuesta es simple, ofrece lo que le gusta a los televidentes: un escape a una ardua jornada de trabajo. Desafortunadamente el público está acostumbrado a mujeres desnudas y contenidos sosos y por eso el programa sigue vigente, aunque es el blanco de fuertes críticas que, aunque ruidosas, no han logrado derrotar al rey del prime time en España.
La cuestión es ¿es el programa o el presentador quien causa tanta polémica? El programa funciona y no solo en España, ha sido vendido a China, México, Chile, Brasil y Portugal, entre otros. Incluso Will Smith, invitado en más de dos ocasiones, compró los derechos para replicarlo en los Estados Unidos. El éxito del formato conlleva a que este en sí no sea el problema, la manzana de la discordia es Motos y su personalidad chocante.
El presentador, Pablo Motos, presume para algunos de arrogante y machista, para otros de divertido o creativo, por tanto no costaría creer que ha tenido tanta aceptación en estos más de 10 años en el primetime español, cautivando a una audiencia de más de tres millones que noche tras noche prende su televisor esperando al siguiente invitado.
Si nosotros fuéramos los directivos o el equipo de producción del programa nos arriesgaríamos a cambiar de presentador, refrescando con una nueva figura capaz de equilibrar el contenido periodístico serio o no, con la chispa necesaria para aportarle dinamismo. Esta es una apuesta para darle un aire al programa y una alternativa de entretenimiento a los televidentes locales. Creemos que lograría igualar todos estos cuestionamientos referentes al machismo, no porque sintamos que a la mujeres solo hay que hacerles preguntas inteligentes o trascendentales, sino porque a los hombres también se les puede preguntar por sus zapatos, su bañador y su cuerpo. Los resultados serán un trato más equilibrado en igualdad de género evitando reforzar estereotipos sexistas como que las mujeres no pueden escribir buenos libros y solo pueden hablar de ejercicios o cosmética.
Escrito por: Joel Lozano, María Cantini, Sari Pareja, Rocío Vargas
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