1 abr 2017

Moda Callejera

Cuando el streetstyle es fahion wise. En las paredes residen verdades absolutas escritas en spray y con pegatinas. La rebeldía es de la calle y para la calle, tal como la esencia que define el sector de la Moda.



Marc Jacobs con un bolso de la colección Stephen Sprouse x Louis Vuitton.

Pronunciar el mágico nombre de Bansky nos remite eternamente al mundo popular del Street art. A pesar de su identidad desconocida, Bansky es una autoridad incuestionable y oculta que reúne en sus obras la Historia contemporánea de las ultimas décadas.  Y en los tiempos que corren, de ritmos apremiantes y agendas a punto de estallar, que alguien te conceda cinco minutos y se pare en el medio de la calle para contemplar tu obra es un triunfo.

Pocas cosas generan tanta fascinación como una firma desconocida. Por eso escribir en la calle es un mixto de rebeldía y audacia.  Para los valientes, para los poetas, para los artistas, para quien tiene algo que decir y una hoja de papel le resulta redundante.  Hay quien desde los años 80 intente enseñar al mundo que el graffiti es una de las formas más honestas dentro del mundo del arte. No hay precio de admisión, no hay ruta ideal. Del barrio del Raval al Passeig de Gràcia el valor de una pared no cambia, es uno: sin precio posible.

Quien gobierna una ciudad, o un país, suele temer a lo que no genera beneficio. Y, quizás por eso, la moda consiguió hacerlo en tono de “colaboraciones”, en tono de mecenas protectores. Pero al mismo tiempo son los que están por detrás de las publicidades colosales en cada edificio en obras. Podemos admitir que la frontera es invisible o que, al final, esta es una industria a que se le permite jugar de los dos lados, sin que deje por un sólo segundo de sumar puntos.

¿Cómo se justifican las colecciones de Louis Vuitton con Yayoi Kusama o con Stephen Sprouse? ¿O Kaws para Comme des Garçons? ¿Potenciar el arte o potenciar el beneficio? ¿Luchan lado a lado o han tomado un rehén?

El ejemplo más reciente es la última publicidad callejera de Marques’Almeida. El duo portugués que vive en Londres hizo con que la campaña primavera/verano 2017 fuera plasmada en pegatinas por toda la capital británica. No hay logos, no hay frases. Apenas detalles de las prendas. Hay que tener un cierto grado de mode conossence para lograr discernir de inmediato quien son los creativos por detrás de tal proyecto. De tan normal parece que resulta especial solo con mirarlas.
Publicidad Marques' Almeida S/S 2017 en Londres.


Pero por encima de todo, siempre hay espacio para los desinteresados. Para los jóvenes que cogen por primera vez una lata de Montana y escriben lo primero que ambicionan tener en su armario, como por ejemplo Adidas o apenas un Just do it. Pero lo hacen con humor, o por lo menos, lo hacen con humor en Cataluña. Una obra puede ser Gucci, en el Parque Walter Benjamin ves escrito un Dior o una Prada en un mural lleno de tags, o, para cúmulo, hay lo que podríamos llamar de esculturas urbanas de bolsos por el barrio del Born.

Obra en Barceloneta donde puede leerse Gucci en la tela protectora. 


¿Pero cuando hemos ignorado que esto sería un movimiento a devenir? Al final, todo esto podrá resultar mejor y más efectivamente que cualquier otra publicidad. Puede que decorar la calle pete más en Instagram que cualquier anuncio en la tele y al día de hoy, es lo que todos buscamos.

Y mientras Chanel se convierte en intergalática, la agilidad callejera se actualiza como puede y hace, del mismo modo, moda. Porque lo demás es convencionalismo.


Por Mariana Viseu 

31 mar 2017

El arte de Alexa Chung


Que la moda va ligada al arte es algo que no se puede negar y si no que se lo digan a Viktor & Rolf que en 2015 hizo de “lienzos” vestidos. Hoy no vengo a hablar de ellos quizás en otro momento hoy la protagonista es Alexa Chung y una cuenta de Instagram.

Modelo y presentadora británica, la conocimos en el año 2007 gracias a su gran estilo único y que rompió las normas de lo que entendíamos por feminidad, Chung fue capaz de combinar piezas más masculinas en looks más delicados eso la convirtió en la gran embajadora del estilo británico pero más allá de sus combinaciones… ¿Hay algo más detrás de estos? ¿En qué se inspira Alexa Chung?

Todas las respuestas a estas preguntas las he encontrado a la cuenta de Instagram dedicada a la modelo y presentadora y no os estoy hablando de la típica página de fan, no. La finalidad de Art-Lexa Chung –así es como se llama- es encontrar similitudes de sus outfits con cuadros de arte. Sus creadoras son María y Beatríz Valdovín y la verdad es que tienen bastante éxito y su trabajo está muy bien realizado y además cuentan con página en Tumblr dónde no solo hay las comparaciones de Alexa Chung con alguno de los cuadros de los pintores más famosos sino que también se han atrevido a hacerlo con la icónica Kim Kardashian.


La verdad que os sorprenderéis de las similitudes  entre Chung y el arte:

La primera de ellas es Sweet Summer del pintor John William Waterhous (1912) un claro ejemplo de la coincidencia con la obra pictórica y la modelo.


Otra  imagen es el cuadro de Picasso Jacqueline con Flores (1954).



Pero no es la única comparación con el pintor español esta vez lo hace con la pintura Niño con paloma (1901).



Y finalmente una que sin duda o es pura coincidencia o realmente se inspiraron con el cuadro de Raimundo Madrazo, Preparing for the costume ball. 


Realmente a veces las cosas no son una simple coincidencia.


Mireia Tomàs



30 mar 2017

HI TWIGGY! YOU'RE A POP MODEL

En los años 60 Londres es el centro del mundo de la moda y de la cultura pop. Es una década marcada por el optimismo, el entusiasmo y la creatividad. Una nueva generación transformará la ciudad en una fiesta permanente, es la época del “swinging London”. Una legión de jóvenes creadores pasarán a la posteridad nada más ser descubiertos. Entre ellos una que representará a la perfección este espíritu y se convertirá en la top model más célebre y cotizada del mundo: Twiggy.



Barry Lategan miró a través del visor de su cámara y tomó el archiconocido retrato de Twiggy en su primerísima sesión fotográfica como modelo. Él mismo reconoce haber pensado al disparar “I’ve seen an icon of the future”. Y así fue, tras medio siglo la audacia de la imagen sigue intacta. Un tipo con olfato Lategan, fue él quien sugirió también el apodo Twiggy, haciendo referencia a su físico, de aspecto frágil como el de una “ramita” -Twig en inglés- , como nombre artístico para esa escuálida Leslie Lawson.

40 kilos de peso, 1,68 de estatura y un nombre inolvidable: Twiggy. Lesley Hornby era menuda, elegante, moderadamente andrógina y, sobre todo mod. De origen humilde logró convertirse en una auténtica estrella y en uno de los símbolos de la efervescencia y el hedonismo de los irrepetibles años 60. Abandonó su carrera en la moda para dedicarse a ser actriz y también ahí triunfó. Más de 40 años después, Twiggy sigue siendo un referente estético y un auténtico icono británico. La sociedad de los años sesenta tenía una mísera opinión de la juventud, que empeoraba si se procedía de la clase obrera y se vivía en un suburbio, como era su caso. Pero su infantil y decidida militancia en uno de los movimientos más dinámicos y efervescentes de la época, los mods o modernos, la ayudó a dar el salto. Si el pionero de la sociología Émile Durkheim nos alerta de que “…si en mi forma de vestir no tengo en cuenta en absoluto los usos aceptados en mi país y en mi clase, la risa que provoco y el alejamiento social en que se me mantiene producen los mismos resultados que un castigo propiamente dicho”, ¿por qué los jóvenes londinenses de los años sesenta conocidos como “mods” decidieron vestirse, peinarse y vivir a contracorriente?


“No podemos elegir la forma de nuestras casas, así como tampoco podemos elegir la de nuestros vestidos”, añade Durkheim. ¿Cómo se explica una revolución estética como la de los sesenta? ¿Y si aquella revolución iba de eso: de reclamar poder elegir, es más, de no pedir permiso para hacerlo?
Twiggy como buena chica mod tenía reglas: lo primero que había que destruir era la disciplina, después las buenas maneras, para continuar con el sistema de educación vigente. Ser mod significaba ante todo ser brutalmente sincero. Pero no se trataba de una verdadera filosofía. Era más bien una cuestión de actitud ante la vida, de lenguaje, de excesos y, sobre todo, de estética.



Adriana Blanco. 



23 mar 2017

La reinvención del Corsé


Siempre se ha dicho que no hay nada nuevo, que en la moda ya está todo inventado. Y a las pruebas nos remitimos, los pantalones campana, típicos de los 60-70 tuvieron de nuevo su boom a finales de los 90 y principios del año 2000, las sneakers, los colores, las formas, las prendas y los tejidos. Y ahora en 2017 nos aparece como una de las tendencias que arrasará con fuerza el corsé. Sí, sí, ni más ni menos que el corsé, aquella prenda de la que nos liberó Cocó Chanel hace casi 100 años, ahora, en pleno siglo XXI y en el año 2017, los millenials, las celebrities, las influencers y la moda le rinden homenaje a esta prenda.

Dior Spring/Summer 17



Lo hemos podido ver en las pasarelas de esta primavera-verano de la mano de Tibi, Alexander McQueen, Dior o Loewe. Aunque hay que explicar que aparecerá en formato cinturón más que los usados durante el siglo XX.  


Según las tendencias, es una forma de dar visibilidad de nuevo a la cintura femenina colocándolo encima de cualquier prenda, vestidos, pantalones, camisas o chaquetas y abrigos, como hizo Prada en su desfile de Otoño-Invierno de 2016. Su función es apta tanto para el día como para la noche, aunque es cierto que trabajar con un cinturón corsé durante ocho horas no tiene que ser muy cómodo o agradable. 

Karlie Kloss con blusa encorsetada

Como todo lo que sale en pasarela lo tenemos accesible en Inditex o Mango, ya podemos encontrarlo en nuestras tiendas habituales. Así pues, qué no se extrañen nuestras abuelas cuando nos vean enfundadas en el corsé-cinturón durante esta primavera.

Mango


Lo que no es entendible, es que mientras vamos avanzando y liberándonos de estas ataduras, ahora volvamos a ellas. Aunque sea una versión renovada de la de antaño, ¿por qué nos empeñamos las mujeres en seguir apretando y enfundando nuestros cuerpos? Si nos queremos “libres, lindas y locas”, ¿Qué sentido tiene atarnos con las incómodas cintas de un corsé?

Clara Iglesias Alcoba
 
 

17 mar 2017

Compara et impera, o quizás no


Por Yvonne Müller
Somos seres comparadores, comparamos más que respiramos, o bueno, quizás no tanto. Las comparaciones son odiosas, dicen, pero también son inevitables. Para que haya gente que lo haga bien, debe haber gente que lo haga mal o, si queremos ser políticamente correctos, menos bien. De todos modos, ahí está la comparación. Debemos intentar ser los mejores, eso está claro, pero no debemos hundirnos en la miseria cuando descubramos que no lo somos, que hay alguien mejor que nosotros que nos ha ganado. Porque lo habrá.

Maletas de la colaboración de Louis Vuitton y Supreme.
Somos la generación blandita, dicen, nos critican que no compitamos entre nosotros. Quizás nos hemos dado cuenta de que no queremos medirnos los unos con los otros, de que no queremos hundirnos en la miseria al descubrir que no somos los mejores. Quizás hemos entendido que cada persona es única y tiene unas habilidades determinadas, y que eso no la convierte en mejor o peor que nosotros. O simplemente nos va mejor así, estamos en nuestra archinombrada zona de confort de la que no queremos salir y preferimos vivir una versión edulcorada de la vida. Habrá quien lo critique, pero puede que sea exactamente eso lo que necesita el mundo de la moda. Un poco de edulcorante, un poco de bondad.

Imagen promocional de la colaboración de Sonia Rykiel con H&M. 
Quizás el futuro no pasa por competir, sino por colaborar. En H&M lo saben y cada año lo demuestran. Dos marcas se unen para crear una colección especial. Sus objetivos no coinciden, pero se complementan y ofrecen un ejemplo de que colaborando se entiende la gente. Puede que sea una postura utópica, pero estoy segura de que se han logrado grandes cosas partiendo de una idea considerada irrealizable en sus inicios. Además, H&M no son los únicos, Supreme con Louis Vuitton y Gigi Hadid con Tommy Hilfiger son solo dos ejemplos más de que la colaboración está en auge.

P.D. Un elemento fundamental para la redacción de este artículo, sin el cual puede que nunca hubiera visto la luz, ha sido el Internet lento de mi casa, que me ha privado de distracciones y me ha proporcionado tiempo para hacer esta reflexión ;)

El Peluquero: Sam McKnight Santificado

Rubias, morenas, pelirrojas. Rizos o afro. 
Todo lo que hay que saber sobre el pelo o cómo aprendértelo con un solo viaje a Londres.

Sam McKnight, Linda Evangelista y Jesse the chimp, Los Angeles, 1992



Vulgar es una palabra que no cabe dentro de una exposición. No cabe en una exposición de moda y no cabe en una exposición sobre Sam McKnight. Pero luz sí, la luz sí que cabe. Cabe y debe caber. Y no porque un museo pueda invertir desmesuradamente en iluminación, sino que es lo que uno tiene que ver a la hora de salir bajo la sombra.

Sam McKnight cierra en 2017 y en definitiva, por la mano de Somerset House, su capítulo sobre el anonimato en el mundo de la moda. Y aunque él haya sido el único responsable por Lady Di llevar el pelo corto y se volver en la bandera de estilo de su generación, McKnight, tal como la princesa, seguía siendo esa persona tímida al fondo del salón que no deseaba halagarse sin más.

Hair by Sam McKnight fue una oda al mundo de las tijeras y a la importancia del role del peluquero en el mundo de la moda. De las innumerables portadas de Vogue a las pelucas encargadas por Lady Gaga, esta fue una exposición que nos hará cuestionar, durante mucho tiempo, cómo el pelo de alguien puede contribuir tan eficazmente para definir y resumir tan eficazmente a todo el abanico de imágenes icónicas de la cultura contemporánea.

Con colecciones de Vivenne Westwood y Chanel, el recorrido era tan superlativo como familiar, como cuando nos deparábamos, por ejemplo, con polaroids del archivo personal del peluquero. Gisele, Moss, Naomi, Linda, Gigi, Kloss, Cara… No hubo Top model o millennial que él no haya peinado, ¡simplemente no hubo!
190 portadas Vogue con Sam McKnight como peluquero.

La naturaleza conceptual de la exposición es lo que hizo que se destacara de todas las demás. El pelo gana un protagonismo sin precedentes en cada imagen y, sin lo que lo hubiéramos reflexionado antes, es el hilo conductor de toda la narrativa visual. Y es aquí que el trivial deja de serlo, gana su lugar en el pódium y nos permite, ante toda la parafernalia de multi media existente y de recreación de atmosferas reales, valorar verdaderamente a un muy riguroso trabajo de backstage.

Romántico, rebelde, osado. Sam supo verlo y serlo todo. Ayer y hoy. Y mañana, claro. Porque en un mundo dónde hay quien sepa destacarse por interpretar a los demás a comunicar una idea, se le reservará a un lugar en el estrellato. Por eso, Sam es más grande que la exposición que lleva su nombre.
Sam McKnight y Kate Moss en la cerimonia de inauguración de la exposición en Somerset House.



Y al final, te quedarás con un único asunto en tu cabeza: Sam, ¿qué me puedo hacer en el pelo?


Por Mariana Viseu

10 mar 2017

Cuando el estilo quedó relegado por las 'prendas virales'

Y hay veces que ocurre. De una prenda que parece que no va a encajar se convierte en viral. Todo el mundo la lleva y parece que tu estás fuera de lugar si no lo haces. Entonces ves como tristemente la sociedad se convierte en un rebaño equipado de bikers amarillas (llegó a tener hasta una cuenta en Instragram @yellowjacketofficial), sudaderas con pelo en las mangas o mini faldas de 'cuero' -aka polipiel - o con volantes. 
Y paseas por el centro de cualquier ciudad y ves pasar clones, uno tras otro, que parece que no se han complicado la vida y copian exactamente el look del maniquí, pensando que de esa manera irán acorde a las tendencias y acertarán. Pero... ¿dónde queda la personalidad? ¿dónde queda decir al mundo lo que somos a través de la ropa?



Claro que todos podemos caer en la tentación de esas prendas virales (algunas al menos bonitas serán, ¿no?), pero que al menos lo hagamos con personalidad y perteneciendo todos a distintos 'rebaños' para que al menos no vea por detrás a alguien que creo que es mi amiga y resulta que es otra chica que lleva exactamente el mismo look y sí, también sacado del maniquí de Zara (creerme alguna vez me ha pasado). 

Se está perdiendo eso, precisamente lo divertido y especial de la moda. Hemos cambiado vestirnos como nos gusta por vestirnos con lo que se lleva. Dejamos en el baúl de los recuerdos prendas que nos encantan por miedo a que nos tachen de pasado de moda o incluso algunos se atreverán a hacerlo de hortera. Sin irnos más lejos, ¿cuántos hemos dicho en el pasado eso de: rosa y rojo puñetazo en el ojo? Y ahora parece que se ha convertido en nuestro mantra, porque los diseñadores lo han subido a las pasarelas y el señor Ortega ha llenado los Zaras de cada ciudad de maniquís luciendo esta combinación.

¿Realmente decidimos que nos guste o lo meten en nuestro subconsciente por repetición? Si que los patrones cambian, los gustos también y el estilo evoluciona, pero me resulta curioso - y en parte divertido -  que el gusto cambie a la par para miles de personas que de pronto deciden que la combinación rosa-rojo es la ideal. Que puede serlo, no digo que no, al fin y al cabo ya lo dicen: sobre gustos no hay nada escrito.

A veces me gustaría que nos paráramos a pensar un poco más en lo que de verdad nos gustas, nos identifica o nos representa. Que nuestra forma de vestirnos diga al mundo cómo somos, lo que queremos... Todos tenemos una personalidad fuerte y tenemos que potenciarla y eso, al final, es mucho mejor y mucho más auténtico que formar parte de un rebaño.

Marta Martínez